El disco Nuevo día de Lole y Manuel, publicado hace 50 años, cambió la historia de este arte. Fruto del encuentro de la cantaora Lole Montoya con el guitarrista y cantaor Manuel Molina, el poeta Juan Manuel Flores y el productor Ricardo Pachón, nació la penúltima gran revolución del flamenco. En el en buena medida anquilosado universo jondo de los 70, la publicación del primer disco de Lole y Manuel removió los cimientos. Esta obra inaugural y los discos que siguieron renovaron su lírica y su estética, dándole un impulso de frescor y naturalidad. En la voz de Lole, en la música de Manuel, en la lírica de Flores no cabe la tragedia y el drama tiene sus pasos bien contados. Nuevo día, la primera entrega discográfica del dúo más mítico del flamenco, fue quizá el primer best-seller jondo. Un cuento para mi niño o Todo es de color, además del tema que dio nombre al disco, forman parte de la memoria sentimental de muchos españoles. Los productores de la exitosa serie de televisión Cuéntame como pasó (2013) incluyeron en su banda sonora Romero verde, del tercer disco de Lole y Manuel. Lo que pasa es que los responsables de televisión española llegaron, una vez más, tarde: Quentin Tarantino ya había incluído al dúo en la banda sonora de su exitosa Kill Bill 2 (2004): se trata, en concreto, del tema Tu mirá, del segundo disco del dúo.
Este disco no surgió de la nada. Manuel Molina (Ceuta, 1948-Sevilla, 2015) ya tenía una trayectoria como guitarrista y también como cantaor. Primero como guitarrista de acompañamiento, siguiendo la estela de su padre, y luego como cantaor, primero en los grupos Los Algecireños, rebautizados más tarde como Los Gitanillos del Tardón, y luego en Smash, con los que registró dos singles en 1971, Ni recuerdo, ni olvido y El garrotín, que fue el mayor éxito de la banda antes de su disolución. Lole Montoya (Sevilla, 1954) se inició como bailaora pero ya había hecho sus pinitos como cantaora antes de la grabación de Nuevo día, como podemos observar en algunos pasajes de la serie Rito y geografía del cante (1971-1973). ¿Cuál fue el catalizador que hizo que Nuevo día fuera algo que, aunque basado en lo anterior, era completamente nuevo? Podría ser la labor de Ricardo Pachón, que figura en los créditos como “asesor de la producción”. Pachón ya había trabajado con Smash y con Manuel Molina en el single Primavera/La mora (1971), que fue el debut en solitario de Molina. Yo creo, no obstante, que fue la figura de Juan Manuel Flores (Alcalá de Guadaíra, 1943-Sevilla, 1996), que aparece como dedicatario del disco Nuevo día, cuando en realidad es autor de todas las letras de este y los dos discos sucesivos de Lole y Manuel, que fueron los que cambiaron la historia del flamenco. En los dos discos siguientes ya aparece como autor pero no en Nuevo día.
No fueron exactamente los primeros en utilizar la guitarra, la batería, el bajo y los teclados en el flamenco, pues Sabicas lo hizo ya en su Rock Encounter con Joe Beck en 1970. Pero sí fueron los que lo hicieron con más naturalidad y elegancia. Lole y Manuel, sin dejar de ser profundamente flamencos, en sus voces, en su instrumentación, en sus letras, fueron también parte de ese movimiento espiritual que se llamó rock andaluz y, yendo un poco más lejos, del movimiento hippie de la época, de las nuevas tendencias -musicales y sociológicas- que a mediados de los 70 sacudían España. Por ello conectaron tan bien con esa generación ansiosa de mensajes de paz, amor y libertad, y a la que el legado más trágico de lo jondo le resultaba de difícil digestión. Una generación espiritual, bohemia y libertaria. La música y la poesía de Lole y Manuel, amén de naturista, ecologista, pacifista y animista, era profundamente política. El futuro, efectivamente, era de color.