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La rumba más famosa de la historia

‘Fuente y caudal’, uno de los discos icónicos y más influyentes de Paco de Lucía, cumple cincuenta años. Algunos lo consideran su mejor grabación. De lo que no cabe duda es de que es el disco más icónico de Paco de Lucía. Sin duda hubo otros más revolucionarios, como Almoraima o, especialmente, Solo quiero caminar. Y otros más influyentes en la guitarra y en el flamenco de su tiempo, como Siroco. Pero Fuente y caudal fue el disco que aupó a Paco de Lucía a las listas de éxitos, a la popularidad. Y todo por una rumba, Entre dos aguas, que no dejó jamás de tocar en directo, desde entonces, porque el público así lo demandaba. Un tema que abre el disco y que fue el último en grabarse. Una improvisación para que el LP alcanzara la minutación mínima necesaria. Una obra sobre la que Paco de Lucía siempre hizo consideraciones un tanto escépticas. Ya saben, aquello de que si gusta a tanta gente quizá no es una obra maestra. Personalmente creo que es una obra maestra como descree de la cultura de elite.

Menos si hablamos de flamenco, además. Otra cosa es que a nivel técnico y compositivo otros temas del disco, como el que le da nombre, sean mucho más complejos, más elaborados, más difíciles. Pero nosotros siempre hemos sido fáciles. Otra cosa es que nos quedamos con todo, con la rumba y con la taranta. Por otra parte es comprensible que si das 200 conciertos al año llegue un momento en el que aborrezcas una melodía. No fue, con todo, una improvisación, como dijo su autor en algún momento.

La obra fue concebida años antes de ser grabada, y se fue madurando con el tiempo. De hecho, cuenta con una primera versión, la Rumba improvisada que se incluyó en el disco Recital de guitarra publicado dos años antes. Hoy, para celebrar los cincuenta años de la edición original de Fuente y caudal analizaremos cada uno de sus toques que incluye este disco mítico.

El tema que da nombre al disco, ya está dicho, es una taranta. La dificultada de la que hablamos arriba se advierte en los trémolos que adornan la pieza. También en los picados, ligados y arpegios. Paco de Lucía lleva a cabo una vibrante exploración armónica que lleva a la pieza más allá, más allá del legado montoyista, sin olvidarse del mismo, y asumiendo las incorporaciones otros de sus mayores, Niño Ricardo y Sabicas.

Eso sí, la enorme dificultad técnica no implica falta de emoción, sino todo lo contrario. El sonido es de una enorme limpieza, de asombrosa pulcritud, incluso en los pasajes más comprometidos, lo que da fe del enorme nivel técnico alcanzado por Paco de Lucía a sus 26 años. La guitarra, sola, es capaz de cantar, gemir, reflexionar, gritar, afirmarse y hasta de sonreír con ironía.

La granaína, también a guitarra sola, es otro de los hitos de esta entrega. Es un toque cantable y, al mismo tiempo, muy complejo al nivel armónico en relación con la situación del toque por granaínas en esta época. Con un tema cantable recurrente y un trémolo de impresión. Evocadora, subterránea, mineral.

La bulería por soleá es el tercer tema del disco que está interpretado a guitarra sola. Un tema rítmico, de raigambre jerezana, de impresionantes alzapúas, no exento de lirismo. De hecho, este tema nos avisa ya del impulso rítmico que será dominante en los cinco temas restantes y, por tanto, de la mayoría del disco.

Las alegrías se abren paso, pastueñas, morosas, intensas, con interesantes búsquedas armónicas. Una deliciosa pieza de concierto.

Con los fandangos de Huelva hace su aparición la percusión flamenca en forma de nudillos sobre la mesa (recordemos que el cajón jondo aún no había nacido, lo haría unos años después de la mano del propio tocaor) y los jaleos. Con unas frases musicales claras, directas, con la referencia al cante muy a mano, plenas de musicalidad y jondura.

En los tangos aparece la segunda guitarra, la de Ramón de Algeciras, así como las palmas flamencas y jaleos. Las falsetas y la rueda melódica son las habituales por estas fechas en los discos de Camarón. El final de la pieza contiene un guiño al tema Te estoy amando locamente de Las Grecas, que había sido un éxito unos meses antes.

La bulería es uno de los toques estrella de Paco de Lucía a lo largo de toda su carrera, y este disco contiene una de las más bellas compuestas por el tocaor. Se inicia con las palmas en solitario, para pasar luego a la pujanza habitual de Paco de Lucía en este estilo. Las falsetas se suceden vertiginosas: mucho material flamenco en algo menos de seis minutos en variaciones que son ya clásicas.

El disco se completó, como decíamos más arriba, con la rumba más famosa de la historia que se inicia con el sonido del bajo eléctrico y los bongós. También hace acto de presencia la segunda guitarra en un tema contemplativo, pleno de energía y de ritmo, pero también de naturalidad, templanza y emoción.

La obra se divide en tres secciones con tres secuencias de acordes muy distintas. El disco sencillo que incluía esa rumba llegó a superar las 300.000 copias en ventas de manera que podemos decir que esta rumba es parte de la memoria sentimental de una o varias generaciones.

Entre otras cosas, consolidó la apertura del flamenco a la música sudamericana y al pop que afianzaría poco después el propio Paco de Lucía, Camarón, Lole y Manuel y el nuevo flamenco.

La portada nos presenta a un tocaor joven con su postura habitual de piernas cruzadas, pobladas patillas, cabello largo aunque con raya al lado, camisa abierta y pañuelo al cuello. Es decir, la imagen del flamenco joven de la época. Una época que ya venía preñada de aires de libertad. Grabado, además, prácticamente en directo, Fuente y caudal sigue siendo vanguardia jonda.

‘Fuente y caudal’. Paco de Lucía. Philips, 1973.

Imagen: Paco de Lucía en una imagen de los años 70.

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