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Guitarreros gaditanos del siglo XVIII

El último número de la revista Candil, decana de los estudios flamencos en nuestro país, incluye un trabajo muy interesante firmado por José Alejandro Ortiz Correo y Jesús Pedro Ruiz López titulado La escuela gaditana de guitarreros del siglo XVIII. La tesis del trabajo es que, con mucha probabilidad, la guitarra de seis órdenes pudo nacer en el Cádiz de la segunda mitad del siglo XVIII.

La razón de ello es la pujanza económica que se dio en esta ciudad en esas fechas, a raíz de la exclusividad que recibió por real decreto en 1717 de las relaciones comerciales con América y demás territorios de ultramar. Y eso pese a que las primeras noticias del nuevo invento, la guitarra de seis órdenes, aparecen en un periódico de Madrid, en concreto en el Diario Noticioso de Madrid, en los años 1760 (3 de junio) y 1772 (11 de septiembre) , la segunda referida al famoso constructor sevillano Sanguino.

Juan Antonio Vargas y Guzmán, en su Explicación de la guitarra, fechado en Cádiz en 1773 nos ofrece la primera referencia a esa guitarra de seis órdenes incluida en un tratado. Todavía siguen siendo órdenes dobles. Y eso que el luthier napolitano Antonio Vinaccia había construido una guitarra de seis órdenes simples en 1764, según informaciones de Francisco Herrera.

La mencionada bonanza económica hizo que muchos constructores de guitarra se establecieran en Cádiz en las fechas mencionadas y subrayan los autores de este artículo la «constante intención de innovar» de estos guitarreros.

La adición de un sexto orden fue fundamental en el desarrollo de la guitarra y se sitúa en la línea evolutiva que ya al final del Renacimiento había producido la adición de un quinto orden, lo que dio lugar al nacimiento de una nutrida literatura concertista para guitarra que hizo desaparecer a la vihuela. Con la adición de ese quinto orden la guitarra se convierte en un instrumento solista, ya que hasta ese momento es principalmente un instrumento de acompañamiento al canto y al baile con la técnica del rasgueado. La combinación de las técnicas de rasgueado y punteado va a ser la norma en los métodos que se publican en España y en París, Roma o Bruselas en el barroco, y va a caracterizar, a raíz del tratado de Juan Carlos Amat Guitarra española y vandola (1596), a la guitarra española o a la española. La adición del sexto orden, que, como digo, los autores de este artículo consideran como probable que se llevó a cabo en el Cádiz deciochesco, acerca al instrumento a su fisonomía actual y le permite, con este nuevo bordón, ampliar su extensión.

Eso va a propiciar que, aunque perviven hasta hoy disciplinas musicales que combinan las técnicas del rasgueado y el punteado, desde el flamenco hasta el rock, pasando por el jazz, etc., poco a poco se va a ir definiendo una literatura solista para guitarra puramente punteada. De ahí que hoy llamemos a esta última guitarra clásica que sería heredera, no sólo de la guitarra barroca, también de la vihuela.

El tratado de Juan Antonio de Vargas y Guzmán que mencionamos más arriba, ya se sitúa, según Norberto Torres, en esta línea de independencia de las dos técnicas y, aunque en este manuscrito de 1774 aún dedique una primera parte al rasgueado, esta se va a suprimir en otro manuscrito que se conserva de este método, fechado en Veracruz dos años más tarde, ciudad a la que viajó al parecer el gaditano.

Según Norberto Torres, en otros métodos del final de la centuria todavía se va a seguir haciendo mención a la técnica del rasgueado, como los que firman Fernando Ferandiere (Arte de tocar la guitarra española por música) o Federico Moretti (Principios para tocar la guitarra de seis órdenes ambos de 1799).

Pero ya ni Antonio Abreu y Prieto (Escuela para tocar con perfección la guitarra de cinco y seis órdenes, 1799) ni Juan Manuel García (Arte, reglas y escalas armónicas para aprehender a templar y puntear la guitarra española de seis órdenes, según el estilo moderno, 1799) incluyen el rasgueado en sus métodos.

El estilo moderno del que habla este último consiste en puntear sin rasguear. Había nacido la guitarra clásica.

En estos métodos, además, se abandona la escritura en cifra, asimilando nuestro instrumento a otros instrumentos concertistas del momento.

La revista incluye otros trabajos dedicados a Serranito, Enrique Morente, Antonio Mairena, Gabriel Moreno, etc. y firmados por Pedro Lopeh, Luis Soler Guevara, Ángeles Cruzado o Norberto Torres. Candil es una publicación de la Peña Flamenca de Jaén, dirigida por Alfonso Ibáñez, cuyo primer número se editó en 1978.

 

‘Candil’, nº 167. Alfonso Ibáñez (dir.) Peña Flamenca de Jaén/Diputación Provincial de Jaén. 55 pp.

Imagen: ‘Los tres músicos’ Diego Velázquez, Gemäldegalerie, Berlín.

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