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Tangos de luto riguroso

En la obra aparecen cárceles, guerras, humillaciones, dolor … un telediario cualquiera. Nace de la indignación y desde ésta, cae a veces en lo tendencioso, en lo demagógico incluso. No obstante, por suerte, en Olvidadas hay mucho baile. Y mucha música, una música deliciosa, una partitura plena de recursos rítmicos, armónicos y melódicos que apuesta por una belleza reconocible por todos, nada críptica, como Estación. Ida y vuelta de Rosa Chacel, publicada originalmente en 1930 y posteriormente en la colección de clásicos de Cátedra. El canon. Luego vendría la guerra, y se impuso el realismo. La obra también tuvo sus momentos lúdicos en forma de guajiras o tangos de Málaga, que fue lo que más me gustó, junto a las canciones por bulerías con Mercedes de Córdoba toda de rojo. Con la voz dulce y sentimental de El Mati. Se eligieron las letras más rematadamente machistas del repertorio, como se podían haber elegido justo las contrarias porque el repertorio lírico jondo da para todo tipo de discursos. En ocasiones se presentó el drama como una confrontación entre hombres y mujeres, con cierto carácter tendencioso. Nada que ver con la antigua batalla de los sexos, eso tan pasado de moda, cuando de lo que se trataba, con esta dulce batalla en la que nadie salía herido, era de armonizar diferencias. Las modas imponen bailar por tangos de Triana de luto riguroso. Nada que ver con la belleza creada en sus textos por María Teresa León, en sus cuadros por Maruja Mallo, ya puestos. Uno de estos últimos, La belleza del trigo, aparece citado en la seguiriya con la que se cierra la obra.

Porque la obra es fundamentalmente dramática. Muy intensa, como esta intérprete nos tiene acostumbrados. En la que las bailaoras son cuatro intérpretes individuales que bailan muy bien. Con el contrapunto rítmico, épico, elegante, del contrabajo de Gal Maestro, que es la instrumentista de moda de lo jondo.

La obra toma su título de un libro de 2005 de Ángeles Caso y de un documental de 2015 de Tània Balló Colell, Serrana Torres y Manuel Jiménez Núñez. Después, y antes, vinieron antologías, artículos, libros, series de televisión … que hacen que estas olvidadas ya no lo sean. De hecho, algunas de las llamadas sin sombrero no fueron olvidadas jamás, y forman parte del canon desde su juventud: María Zambrano, Rosa Chacel, María Teresa León, Maruja Mallo …. Ciertamente, como tantos españoles de su tiempo, sufrieron el exilio aunque, en ocasiones, acompañadas de sus criados, como nos cuenta María Teresa León en esa delicia llamada Memoria de la melancolía, “una de las memorias más inolvidables y aclamadas de nuestra literatura” como reza en la contraportada de la edición de Renacimiento de este libro, que es un contrapunto perfecto a la Arboleda perdida de Rafael Alberti. Una minoría, algunas y algunos, tuvieron el amargo privilegio de ir al exilio. La mayoría silenciosa, nuestras abuelas y abuelos, hubo de sufrir los rigores de la dictadura en su cuerpo, en su casa, en su tierra, en su país. Por cierto, ¿qué nos pasa con los artículos?

*** ‘Olvidadas (a las sin sombrero)’. Festival internacional de danza de Itálica. Bailaoras/bailarinas: Mercedes de Córdoba, Alejandra Creo, Marta Cañizares, Polina Sofía. Guitarra: Juan Campallo. Contrabajo: Gal Maestro. Cante: El Mati, Jonathan Reyes. Percusión: Paco Vega. Compás: José Manuel Ramos El Oruco. Idea original, dirección artística/escénica y coreografía: Mercedes de Córdoba, Dirección musical: Mercedes de Córdoba y Juan Campallo. Colaboración coreográfica (bulería): Miguel Ángel Heredia. Diseño e iluminación: Antonio Valiente. Diseño y sonido: Laureano Serrano. Textos y audio: Concha Méndez, María Zambrano, Marga Gil. Lugar: Teatro Romano de Santiponce. Fecha: 17 y 18 de junio. Aforo: Casi lleno.

Imagen: Mercedes de Córdoba en un pasaje de la obra / Laura León/Archivo La Bienal.

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