La música de Hurtado se singulariza en el panorama flamenco actual, entre otras razones, por lo relajado de su toque, la serenidad con la que afronta cada melodía, cada acorde “un virtuosismo no espectacular y sin agresividad” en expresión de Norberto Torres. La soleá es brillante, pletórica de arreglos, pero con un sonido claro y actual. Reconocible en la tradición del estilo y al mismo tiempo nueva, renovada. Con un enorme despliegue técnico. Para Hurtado todas las notas tienen la misma jerarquía, el mismo subrayado, o la ausencia del mismo. La bulería huye del frenesí característico, hoy, del estilo. Melodías cantables y directas donde, de nuevo, Hurtado se dobla con una segunda guitarra.
Los tangos de Granada se inician sorprendentemente líricos y con guiños a la tradición de Ramón Montoya, para pasar luego al ritmo, siempre contenido. De nuevo un tema cantable sirve como ilación entre las diferentes variaciones melódicas. Por el contrario, en la serrana sí que ofrece un considerable acento rítmico, y hasta épico. No estoy de acuerdo con Norberto Torres cuando considera que es una guitarra clásico-flamenca. Es una guitarra flamenca. Por supuesto que es una guitarra muy distinta en el panorama flamenco actual. Pero eso no quiere decir que no sea una guitarra flamenca. Ya saben lo dados que somos a poner etiquetas pero, si hemos de poner una, desde luego sería la de guitarra flamenca. Otra cosa es que Hurtado no solo dialogue con la tradición flamenca de las últimas décadas. Dialoga con todo el repertorio del instrumento, también el más remoto. Y, ciertamente, la guitarra flamenca o popular y la guitarra clásica o académica comparten buena parte de su historia. De hecho, esta distinción es muy reciente. Es el romanticismo el que impone estas distinciones que eran, como hoy, más de chaché, es decir del tipo de local, es decir, del tipo de público al que iban dirigida, que de cuestiones técnicas, tanto de la construcción como de la ejecución del instrumento. Por eso Hurtado dialoga también con otras épocas. Así en la habanera que es una composición propia aunque basada en la tradición decimonónica. Hoy se siguen componiendo habaneras. Pero no desde la perspectiva del flamenco. Por eso en esta habanera del siglo XXI vemos el vínculo del estilo con lo que hoy llamamos tientos, con la contradanza, con el tango porteño y la milonga. No sé puede ser más sencillo y decir más cosas al mismo tiempo, de dentro y de fuera, del corazón del autor y de la historia colectiva de este país. El misterio de cómo hablando de lo más íntimo se puede ser universal. La mazurca es también un estilo decimonónico, romántico, que se tocaba en los salones burgueses y en las fiestas populares. Todavía se conserva en los repertorios folclóricos, por ejemplo en los pueblos jiennense de Orcera y Pueblos Nuevos. Tanto la marzurca como la contradanza, de donde procede la habanera, son sones de origen noreuropeo, lo que prueba la variada procedencia de los sones andaluces. Este disco es un buen ejemplo de que cada día conocemos mejor nuestra historia y rompemos con los lugares comunes que nos sepultaban. Así los panaderos que, procedentes de las seguidillas, son a su vez antecesores de las alegrías. Esteban de Sanlúcar y Paco de Lucía se acercaron al género. Hurtado compone unos panaderos nuevos pero fuertemente enraizados en la tradición bailaora decimonónica. ¿Alguien puede dilucidar dónde empieza el flamenco y termina lo bolero, donde está lo clásico y dónde lo folclórico? Nadie, porque las cuatro cosas eran la misma cosa. Y esta composición de Hurtado lo prueba.
‘El primer llanto’ Alejandro Hurtado. Producción: A.H. Estudio Hanare.
Imagen: Alejandro Hurtado en la Bienal de Sevilla, 2024.