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Empieza la Bienal de Sevilla

Mañana, con la lectura del pregón a cargo de Laura García Lorca, se inicia la magna cita jonda sevillana que se prolongará hasta el 1 de octubre.

La Bienal de flamenco nació, entre otras cosas, como motor de creación del flamenco contemporáneo. Es el espíritu que le insufló José Luis Ortiz Nuevo y que mantuvo, con buen criterio, Manuel Herrera Rodas. Hoy, sin embargo, es una institución sevillana, una fecha más en el calendario de celebraciones anuales de nuestra ciudad. Es decir, parece interesar más al ciudadano de a pie, a muchos ciudadanos de a pie, que a los aficionados más exigentes, sean estos de orientación tradicionalista o progresista, y por eso, las últimas ediciones, reciben críticas de estos dos frentes. Eso sí, el hecho de considerarse con derecho a criticarla implica tenerla entre nuestras instituciones más propias. Pero el sevillano de a pie, que no está interesado en la vanguardia jonda, se anima en estos “días señalaítos” a acercarse a los teatros. Aunque luego no se acuerde del flamenco durante dos años. Es un gran logro, en una ciudad con celebraciones de tanto peso como la Semana Santa, la feria, el Rocío, etc.

 

La Bienal apuesta desde hace décadas por la cantidad. Es, en este sentido, un dinosauro, un concepto de festival que tuvo su esplendor antes de las últimas crisis contemporáneas. Así podemos ver que, independientemente de la dirección del mismo, hay artistas que parecen fijos en el calendario bienal de septiembre. En realidad un cambio de director, en la Bienal, no significa un cambio de dirección, como comprobamos en el affaire Ortiz Nuevo: el director es una persona que, por muchas ideas que tenga, tiene que trabajar con el equipo fijo, el de la casa, que es el mismo, con breves variaciones, desde hace lustros. El director viene solo, no con sus colaboradores. Y, francamente, creo que es este equipo de la casa el que le da su idiosincrasia, como digo el mismo desde hace décadas, al festival. Lo experimental está, claro. Pero en los márgenes, que es la mejor forma de que no esté. Nos referimos a la búsqueda, no al simulacro. Porque, como dijo Paul Valèry, «todo cambia en este mundo menos la vanguardia». No obstante, señalábamos arriba, el haber conquistado el corazoncito de los sevillanos tiene mucho valor. Aunque la Bienal vive, y la pasada edición dio fe de ello, de los extranjeros. Bueno, ya sabemos que el flamenco vive de los extranjeros, siempre lo ha hecho. Desde antes de que se llamara flamenco, desde los tiempos de Pepa Vargas, La Nena, Petra Cámara y todas esas bailaoras que triunfaron en los teatros de París, San Petesburgo y Londres en tanto que en España atendíamos a la crisis sanitaria de turno, en aquel caso, de fiebres tifoideas, quedándonos en casa con la prohibición de ir a los teatros. Lo sufrimos en la pasada edición, todavía con fuertes medidas anticovid, en la que no se contó con los grandes aforos como el Maestranza, supongo que en previsión de que no se iban a llenar sólo con el público autóctono. Y así fue. Por fin este año sí que la Bienal es parte del trabajo de los tour operadores y sí que cientos de aficionados han podido planificar sus vacaciones y sus ahorros teniendo en cuenta el magno evento.

 

Como siempre, la Bienal, festival para el gran público, presenta lo más granado de su programación en formato bailable. Grandes creadoras como Rocío Molina, Rafaela Carrasco o Eva Yerbabuena presentarán sus nuevas propuestas estos días de septiembre. También valores consagrados de la generación siguiente como Mercedes de Córdoba, María Moreno o Patricia Guerrero que acceden, merecidamente, a los grandes espacios escénicos de la ciudad. Y últimas revelaciones como la chilena triunfadora en el Nacional de Córdoba Florencia Oz o la ganadora del Giraldillo Revelación Paula Comitre. ¿Es que los hombres no bailan? Israel Galván, Andrés Marín o Alfonso Losa nos confirmarán que sí.

En el cante, a falta de pesos pesados de la generación que eclosionó en los 70, nos fijamos en clásicos como Juana la del Pipa, La Macanita o Dolores Agujetas. Jerez estará muy bien representado en esta edición. Como siempre. Como corresponde, ya que sigue siendo la gran cantera del cante jondo contemporáneo. También jóvenes valores de la tierra como María Terremoto vendrán a la Bienal. Y otros clásicos como Marina Heredia o Mayte Martín. La joven generación de mujeres que está, desde hace años, buscando nuevas vías de expresión, y que es sin duda lo más interesante que le ha pasado al cante, al flamenco, en los últimos lustros, vendrá representada por La Tremendita. ¿Es que los hombres no cantan? David Lagos, Antonio Reyes o Israel Fernández nos confirmarán que sí.

 

La guitarra va a tener un interés especial en esta Bienal que, me parece, es la edición que más conciertos de guitarra flamenca ha programado, con un ciclo dedicado en exclusiva a este instrumento, llamado Guitarra desnuda por el que pasarán Gerardo Núñez, Alfredo Lagos, Jesús Guerrero, etc. Dos maestros como Vicente Amigo y Rafael Riqueni, dos supervivientes de la edad de oro del concertismo jondo, abrirán y cerrarán este festival. ¿Es que las mujeres no tocan la guitarra?

Y el toque de otros instrumentos: estará representado por Sergio de Lope y otro clásico de la Bienal, Accademia del Piazere.

 

Imagen: La actuación de la bailaora Rocío Molina será uno de los platos fuertes de esta edición del festival. Javier Fergo.

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