El concierto se dividió en dos partes. En la primera escuchamos una breve selección de las Canciones populares antiguas grabadas por La Argentinita, con Federico García Lorca al piano, en 1931, auténtico best-seller de la discografía hispana. Se trata de la Nana de Sevilla, El Café de Chinitas, el Zorongo gitano y el Romance de los peregrinitos para el que Gil-Espinosa recurrieron al arreglo más novedoso de la noche, ya que eligieron un ritmo de guajiras para hacer el romance. Las Sevillanas siglo XVIII que, desde luego, no son del siglo XVIII, aunque sí del XIX, cerraron brillantemente esta parte del recital. Son canciones que hemos escuchado en infinidad de versiones, aunque me sigo quedando con las originales. Pero siempre es un gusto volverlas a escuchar, especialmente si se trata de una voz tan impresionante como la de Gil: afinada, plena de emotivos armónicos que, sobre ser una de las más personales de lo jondo desde hace décadas, se adorna en los últimos tiempos de una profundidad, un peso, asombroso.
