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Antonia Mercé con contraseña

La compañía de Antonio Najarro y la Fundación Juan March han rescatado para este 2024 dos ballets flamencos de Antonia Mercé ‘La Argentina’. En realidad se trata de nuevas coreografías, firmadas por Antonio Najarro, de Sonatina y El Contrabandista, dos piezas del repertorio de Antonia Mercé. Lo que se conserva de estos dos espectáculos de Mercé son los diseños de vestuarios y telones, algunos trajes y fotografías de las propuestas, los argumentos, y crónicas y críticas de prensa. Y, por supuesto, las músicas de Ernesto Halffter y de Óscar Esplá. Por cierto que con este último tuvo una sonada disputa, aireada por los periódicos, con cartas públicas firmadas por la propia Mercé y por Esplá, a propósito de El Contrabandista. A consecuencia de la misma, Esplá no volvió a trabajar con Mercé. Ernesto Halffter, se vio, asimismo, envuelto en la polémica, aunque su Sonatina se volvió a montar el año siguiente y alcanzó las 45 representaciones. Sonatina tuvo otras coreografías después de la de Mercé, y antes de esta de Najarro, entre las que destacan la completa de Antonio Ruiz Soler (1957) y la parcial de Mariemma (1990). Después de esta experiencia, Halffter no se alejó completamente del ballet flamenco, puesto que años más tarde firmó para Antonio Ruiz Soler la maravillosa Fantasía galaica (1956). Óscar Esplá no estaba de acuerdo con la orquesta y con el director, ni siquiera con el espacio escénico, elegidos para representar su obra. Y así, tuvo una sonora disputa con Mercé sobre arte en la que, por supuesto, él se alineó del lado del arte puro, sublime, trascendente, etéreo, académico, culto (¿culto y moral?, como decían las cupletistas de principios de siglo) de Falla, Ravel y Stravinsky, recordándole a Mercé que ella había empezado, precisamente, como cupletista y «zarzuelera», y que no dejaba, a fin de cuentas, de serlo: ¡había interpretado las vulgares Lagarteranas de Jacinto Guerrero al lado de su sublime Contrabandista!; por más que su arte se pretendiera encumbrar con la ayuda de plumas como las de Falla o la de él mismo. Eso sí, no tuvo reparo en recibir la remuneración derivada de las representaciones en el teatro del género ligero Fémina de París, que fueron el origen de la polémica.

No es la primera vez que Najarro se fija en la etapa inicial, y edad de oro, del ballet flamenco y si en La romería de los cornudos (2018) de La Argentinita sí que tenía a la mano una versión original, la representada en Estados Unidos por los Ballets de Montecarlo más de una década después del estreno de 1933, en este caso, el coreógrafo ha tenido que trabajar con lo poco que nos ha llegado de las obras, que son los materiales señalados. El contrabandista se estrenó en 1928 y, además de la música de Esplá, contaba con la dramaturgia de Cipriano Rivas Cherif, el habitual colaborador de La Argentina, y los decorados de Salvador Bartolozzi. Sonatina se basa en el famoso poema homónimo de Rubén Darío, incluido en Prosas profanas, dramatizado y musicalizado por Ernesto Halffter. El propio Darío señaló en su momento su extrañeza de que el poema no tentara a ningún compositor. Sonatina de Mercé se estrenó en 1928 con los decorados de Beltrán Massés, aunque en 1929 estos fueron sustituidos por otros creados por Mariano Andreu. No estaba satisfecha Mercé con el trabajo de Masses y tampoco con la impuntualidad del resto de sus colaboradores, incluyendo al propio Halffter. Estamos en plena vorágine creativa de Mercé y de sus Ballets Espagnols que, creados en 1927, representan varios espectáculos por año, hasta que en 1929 la compañía ha de entrar en un receso del que no volvería, ya que la temprana muerte de la bailaora en 1936 frustró esta posibilidad. No hemos de olvidar que, además de montar estas obras, a las que seguirían En el corazón de Sevilla (Cuadro flamenco), Juerga y Triana, la bailaora seguía girando con El amor brujo, El fandango del candil y las piezas individuales de su repertorio, incluidas las Lagarteranas de Guerrero. Es decir, que, a estas alturas de la película, estaba agotada de trabajar, bailar, crear y aguantar a divos como Esplá y compañía. Necesitaba un descanso.

Por cierto que en el argumento del programa de mano de la representación en la Fundación Juan March hay algo que no me cuadra: se afirma que el señor Mérimée es un «caballero español». Yo pensaba que Prosper Mérimée, que es el personaje representado, era francés. Quizá la idea es devolverles a los franceses el mangazo que nos hicieron con Carmen (y Don Juan, y El diablo cojuelo, y la cachucha, y la habanera El arreglito, entre otros). Claro que los rusos tendrán algo que decir. Y no hablo solo de los Ballets Russes, que fue la compañía que inspiró a Mercé sus Ballets Espagnols. Lo digo porque el argumento de Carmen es el del poema Los gitanos de Pushkin. Lo digo porque el argumento de El contrabandista trata, precisamente, sobre las circunstancias en las que se concibió la novela Carmen escrita por el caballero francés Prosper Mérimée. El contrabandista de la pieza de Mercé se inspira en el protagonista del famoso polo que Manuel García luego incluyó en El poeta calculista (1805), según nos informa también el programa de mano que, a diferencia de aquel de La romería de los cornudos (2018), incluye en una ocasión la palabra flamenco. Algo hemos avanzado. Quizá se ha dado un pequeño paso. Por lo demás, todo el texto es un deshacerse en conceptos como «estilización», «depuración de lo popular», etc. O sea que Esplá, después de cobrar, ganó la partida. Y a Mercé la quieren hacer de su equipo. No sé lo que diría si lo viera pero lo cierto es que Mercé debutó como artista del género ínfimo, bailó por soleá, por alegrías, por tangos, por seguidillas, por fandangos, etc. Y de eso no se habla. Se habla de estilización, de Halffter, de Esplá: el programa de mano tiene un extenso capítulo dedicado a la obra de estos insignes compositores, muy interesante por otra parte. Pero ¿hay algo más estilizado que la danza popular? ¿Hay algo más estilizado que las alegrías de La Argentinita, el taranto de Carmen Amaya, la soleá de Farruco, la seguiriya de Vicente Escudero, el martinete de Antonio Ruiz Soler? Pues bien, en todos ellos influyó Mercé. Mariemma, que además de ser una intérprete genial, era una genial ideóloga, fue la primera que alineó a Mercé en el equipo de Esplá, en el clan de los cultos, de los sublimes, de los «estilizados». Y a fe que va ganando la partida. Entre los estilizados y los puros, ¿a quién elegiré? A los dos. A ninguno. A los dos. Pero no olvidemos que todo esto es ideología, política, sociología. El arte es otra cosa. El arte es vida. Y la vida, al final de la partida, gana. Me gusta mucho la Mercé cupletista, de la que les hablaba aquí hace unas semanas, tiene mucha gracia, picardía. Me han dicho que dicen que en la filmoteca nacional hay una película de Mercé bailando por alegrías. También que en la Fundación Juan March hay una grabación de los Ballets de Montecarlo bailando La romería de los cornudos. Pero que para verlas hay que entrar en el recinto después de la puesta de sol, embozado y hay decir una contraseña en la entrada. Tengo la capa y el billete del AVE, pero se les olvidó decirme la contraseña.

Imagen: Lucía Cardeñoso, Cristina Carnero, y Tania Martín en la ‘Sonatina’ de la Cía. Antonio Najarro. / Dolores Iglesias-Fundación Juan March.

 

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