Un espectáculo pulido hasta la transparencia. Dos intérpretes excepcionales. Violeta Parra sin drama, Schubert sin frescura, sin inquietud, guajiras sin sensualidad. Seguiriya sin tragedia. Jekyll sin Hyde. Todo está sometido, afinado. Un espectáculo, según parece, sobre el doble, tema tan caro al arte. Sin sombra. Doble sin sombra. Todo es luz, elegancia, sensibilidad, buen gusto. Fino, fino, fino. Desbordante de técnica. O’Ryan canta con voz angelical, blanca, trasparente. Oz baila con pie de hierro. Blanco. Trasparente. Convierte el escenario en una veta, en una mina. El repertorio está redefinido, reconducido hacia la sensibilidad de las intérpretes, que es una sola. La luna llena y el viento colaboran moviendo las faldas y provocando deliciosos sonidos al deslizarse sobre las tablas. Todo es claro. No hay sombra. Nada se rompe. Nada nos atraviesa o nos pone un nudo en la garganta. Nieve en Sevilla. Todo es perfecto, blanco, inmaculado. Nada rompe la simetría, el equilibrio. En realidad, estas Antípodas se parecen mucho. Parece que fueran mellizas.
La obra se presentó en el Museo de la Atalaya del Festival de Jerez de hace dos años y se pudo ver también hace unos meses en la Bienal de Flamenco de Sevilla.
*** ‘Antípodas’. Florencia Oz e Isidora O’Ryan. Baile y coreografía: Florencia Oz. Intéprete y composición musical: Isidora O’Ryan. Colaboración coreográfica: Eduardo Martínez y David Coria. Diseño de iluminación: Olga García. Sonido: Gaspar Leal. Idea original: Florencia Oz y David Coria. Dirección: David Coria. Lugar: Cortijo de Cuarto. Fecha: Lunes, 3 de julio. Aforo: Casi lleno.
