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Prensa

Un hombre de su tiempo

Francisco José Paredes Rubio firma una biografía apasionada, autorizada y exhaustiva del cantaor cartagenero Guerrita.

Francisco José Paredes Rubio ha escrito una biografía apasionada, autorizada y muy exhaustiva del cantaor cartagenero Manuel González Guerrita (1905-1975). Exhaustiva porque repasa, con ayuda de la prensa de la época, su carrera artística y su vida año a año, mes a mes, confirmando porqué fue un «as de la Ópera Flamenca», como subraya el subtítulo. Y lo fue en competencia y confraternidad con Antonio Chacón, La Niña de los Peines, Manuel Vallejo, Pepe Marchena, Manuel Torre, Angelillo, El Carbonerillo, Pepe Pinto y un largo etcétera de estrellas flamencas que lo acompañan, en este libro, en sus andanzas por los teatros, las plazas de toros, cines y demás espacios jondos de la geografía española y americana. Como as de la Ópera Flamenca que fue, participó en la comedia flamenca de la época, en los inicios del sonoro en España -que fue sonoro musical y sonoro flamenco-, cantó a orquesta, interpretó como actor e, incluso, toreó algún becerro en público. Señala Paredes que estuvo en el inicio del sonoro en España con Fútbol, amor y toros (1929), película dirigida por Florián Rey que, desafortunadamente, no se conserva. No estoy seguro de cuál fue su intervención en la película pero, leyendo las reseñas de la época, creo que su papel se limitó a poner su voz en disco en algunos pasajes de la misma y, quizá, luego defenderla en directo también cantando, durante la proyección o después de la misma, que era práctica habitual en la época.

Lo que sí queda claro por las críticas que conservamos del film es que el proyecto fue en buena medida fallido y de hecho algunos consideran a la película El misterio de la Puerta del Sol, estrenada unos días más tarde que la de Rey, con la intervención de otro cantaor, El Personita, como el primer filme sonoro de España. Esta última, dirigida por Francisco Elías, sí que se conserva y está restaurada y en ella aparece «en persona personalmente», como diría el Catarella de Camilleri, nunca mejor dicho, El Personita, con la guitarra del Niño del Mausoleo. Según algunos historiadores del cine la película de Florian Rey era, más que una película sonora, una «película sincronizada». En la que sí aparece es en El relicario (1933) de Ricardo Baños. Esta película es muy interesante porque, aunque todavía presenta deficiencias sonoras, es también hija de su tiempo, la II República española: encontramos, en la fiesta flamenca en la que aparece Guerrita, una bailaora con castañuelas bailando a orquesta con un vestido trasparente. Se trata de la actriz y bailaora Maruja Amaranto. También encontramos a una desconocida guitarrista, que ofrece un magnífico solo por malagueñas, que bien podría ser Victoria de Miguel. Intervino también en Aventura oriental (1935) y en El amor gitano (1936).

Como as de la Ópera Flamenca intervino en algunas de la comedias flamencas más importantes del periodo, singularmente La copla andaluza (1928) y El alma de la copla (1929) con la que viajó a América. Fue un artista comprometido con la república, tanto en sus letras como en sus actos, y eso le supuso sufrir represión y cárcel en la posguerra. Aunque el hecho más luctuoso de su vida ocurrió durante la guerra civil en la que fue confundido con el torero de igual apodo artístico, fervoroso seguidor de la causa franquista, razón por la cual fue asaltado, apaleado y robado por unos milicianos exaltados. Este tipo de confusiones eran frecuentes en una época tan confusa como fue esta. Su nombre aparece, no solo en los carteles cinematográficos del momento, y en los de la comedia flamenca, de las que hizo un buen número. También figura, y no con los caracteres más pequeños, en los de la famosa Ópera Flamenca de Vedrines. En esa exitosa gira de 1928, que fue la última de Chacón, y en las de los años siguientes. Figura con los mismos tamaño y tipo de caracteres de Antonio Chacón, Niña de los Peines, Vallejo, El Pena hijo y Angelillo, lo que da fe de su popularidad, sobre todo teniendo en cuenta que era más joven que el resto de los intérpretes mencionados, con la excepción de Angelillo. Cuando Vedrines pasó el testigo a su yerno, Monserrat, este siguió contando con el cantaor de Cartagena, y en las mismas condiciones, tanto antes como después de la guerra, a pesar de que las consecuencias de la paliza mencionada mermaron enormemente sus facultades. Fue precisamente una pérdida de memoria temporal en la escena, ocurrida en 1952 aunque como consecuencia del coágulo de sangre que le dejó la paliza, lo que le llevó a abandonar los escenarios, según relata Paredes en esta «biografía autorizada» para la que el autor ha podido acceder al archivo de la familia del cantaor. La imagen que nos ofrece este libro es la de un hombre de su tiempo, abierto, tanto al nivel artístico como humano, de voz única y privilegiada, auténtico fenómeno en las tarantas, cartageneras, fandangos, milongas, granaínas, malagueñas, soleares, seguiriyas y saetas, estilos todos que llevó al disco. De voz lírica, afinada, sentimental, tan del gusto del periodo.

Manuel González Guerrita‘. Francisco José Paredes Rubio Edición del autor, 225 pp.

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