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El lírico enamorado

 

No son muchos los conciertos de guitarra flamenca actual en los que uno puede salir silbando las melodías que se han interpretado. Vicente Amigo es un gran compositor de melodías cantables. Por eso sus recitales son para todos los públicos, conecta con el aficionado más exigente pero también con un público más amplio, que no tiene porque ser un entendido de lo jondo, aquellos, por ejemplo, que anoche creían que El Choro era un hijo de Éric Cantona. De hecho, ha sido el lleno más rotundo de lo que llevamos de festival. Amigo sigue fiel a su estilo, ese que lo catapultó a la fama, de la noche a la mañana, a principios de los noventa. Y no solo, como digo, a la fama jonda. Con un concepto del ritmo, que pudimos volver a apreciar en este recital, muy personal. Sencillo, pero efectivo. Sencillo si tenemos en cuenta los niveles de dificultad de la guitarra actual. Son pocos los guitarristas jondos que hoy en día son capaces de llenar un teatro como el de la Maestranza. Vicente Amigo es uno de ellos. El público lo arropó encantado porque lo adora. Y el cordobés se sigue inspirando en el amor, es su motor de creación, como volvió a demostrar ayer en sus alocuciones. Amor al toreo, en este caso, que parece ser su motivo de inspiración más fuerte en los últimos tiempos. No solo por las letras de sus temas, también dedicó uno de los números más emotivos de la noche, la soleá titulada Sevilla a un torero de nuestra tierra. Lo mejor del recital fue el inicio del mismo en el que enlazó aires levantinos y soleá sin solución de continuidad y sin acompañantes, como puro solista. Aunque en el caso de Amigo da igual el estilo de que se trate. Da igual que sean tanguillos, bulerías, tangos, bulerías por soleá o baladas, que de todo esto escuchamos en este recital. Porque su concepto del toque flamenco es tan personal que trasciende los estilos y así no podemos hablar de tangos o bulerías sino de “sus” tangos y bulerías. Hizo una selección de temas de sus últimos discos donde de nuevo ha logrado los niveles artísticos que alcanzó en sus primeras entregas. Es un superviviente, un concepto del toque flamenco que toca a su fin.

Porque, aunque hoy hay grandes tocaores, incluso algún genio, el nivel de popularidad que alcanzó la guitarra en la época en la que eclosionó nuestro tocaor no tiene nada que ver con la situación actual del instrumento. Porque Amigo lo tenía todo, no solo era un compositor superdotado, un intérprete excepcional y, sobre todo, personal. También tenía carisma y una imagen rompedora, moderna. Representaba, también a nivel visual, la vanguardia de lo jondo. Y desde entonces tiene un público fiel que no lo abandonará jamás y que lo sigue allá donde vaya, aunque sea para perderse con él. Pero Amigo siempre se encuentra y, como digo, a vuelto a unos niveles creativos enormes, de los que dio buena cuenta este concierto. Arropado por un grupo de fieles que lo acompañan, en algunos casos desde hace décadas, como es el del Popo que, además de ser uno de los soportes rítmicos de la propuesta, escanció algunas variaciones melódicas de gusto al bajo eléctrico. Paco González y los Mellis derrocharon energía a raudales, como la propuesta exigía y El Choro ofreció un final de infarto. Rafael de Utrera dio la réplica lírica al tocaor.

‘Vicente Amigo en Concierto’. Guitarra: Vicente Amigo. Guitarra: Antonio Fernández Perona ‘Añil’. Percusión: Francisco González Agudo. Cante: Rafael Usero Vilches ‘Rafael de Utrera’. Palmas y cante: Manuel Montes Saavedra y Antonio Montes Saavedra ‘Los Melli de Huelva’. Bajo: Jose Manuel Posada ‘Popo’. Baile: Antonio Molina Redondo ‘El Choro’. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Lunes, 12 de septiembre. Aforo: Lleno.

Imagen: Claudia Ruiz/Bienal de Sevilla.

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