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HUELVA, TIERRA DE FANDANGOS | CRÍTICA

 

Todo sobre el fandango

La Fundación Cajasol edita el que es hasta ahora el estudio más exhaustivo de este género musical, representativo de la provincia de Huelva

Manuel Romero Jara sitúa la primera referencia literaria al fandango en 1705, en España. Se trata, además, de un testimonio literario y musical, ya que el documento presenta la trascripción de tres fandangos, uno de ellos denominado como Yndiano. Sigue Romero Jara, en este sentido, a buena parte de los investigadores que se han ocupado del tema. Algunos de estos autores afirman, no obstante, que hay referencias previas en México y Venezuela. No se hace eco Romero Jara, por ejemplo, del trabajo de Antonio García de León en el que habla de fandangos instrumentales escritos décadas antes de la fecha señalada por maestros de capilla de las catedrales de México, Puebla y Oaxaca. Aunque ha rastreado otras fuentes que hablan de la posible presencia americana (y también española) del fandango antes de 1705, Romero Jara no ha hallado ninguna que le resulte fiable. En realidad García de León se debe referir a una forma musical similar a las que a partir de la fecha de 1705 encontramos en la península ibérica, pero dudo mucho que esté mencionada con el nombre de fandango ya que el mismo García de León afirma en otro lugar que la primera mención a la palabra «fandango» que aparece en la literatura en México es de 1767 y referida, no a un género musical, sino a su significado original, que lo relaciona con el kimbundu fanda: una fiesta, un baile, ese tipo de reuniones que aún hoy se dan en la zona de Veracruz y donde se canta el son jarocho y se baila, sobre una tarima, utilizando técnicas del zapateado. Para más confusión, encontramos un son popular de la música jarocha llamado El fandanguito. El primer documento que tenemos de este son es de 1958: fue un registro llevado a cabo por Raúl Hellmer, grabado en Tlacotalpan e interpretado por Andrés Alfonso (1922-2010), voz y arpa, y Julián Cruz Figueroa a los recitados y la jarana. Una segunda grabación, de 1968, firmada por Arcadio Hidalgo (1893-1985) e interpretada por Antonio García de León, presenta notables diferencias respecto a la grabación de 1958, consideradas habitualmente como aportes personales de este compositor. ¿Es posible que Arcadio Hidalgo sea el autor de El fandanguito, no sólo de esta versión, sino de la pieza original? En 2004 el grupo Tembembe Ensamble Continuo demostró, a través de una grabación, la conexión entre el son jarocho y el llamado fandango barroco. En el disco se acreditaba El fandanguito como «tradicional jarocho». No creo que este son sea anterior al siglo XX y, por tanto, en mi opinión, no nos podemos remontar al barroco, en lo que se refiere a la denominación, en relación con el Fandanguito veracruzano, como en una película reciente que trata sobre estos temas se ha querido presentar. Patricio Hidalgo, nieto de Arcadio, interpreta una sección vocal en el mencionado disco. En 2010 Tembembe Ensable Continuo colabora con Jordi Savall y su grupo con una grabación casi idéntica en el disco Folías criollas que tuvo mucho éxito. La conexión existe pero ¿cómo y en qué fecha se dio esta? ¿Existe alguna referencia inequívoca al fandango en América antes de 1705? Una hipótesis factible es que lo que en América definía a la fiesta en España pasara a denominar a la música y la danza que se hacían en esa fiesta. No sería la primera vez que la parte fuera denominada con la palabra que designaba el todo. De cualquier manera, aunque el uso del término fandango para designar, no una forma musical y coreográfica, sino una fiesta, no es el más extendido en España, también encontramos dicho significado entre nosotros. El Diccionario de la Academia de la Lengua da como quinta acepción «bullicio, zapatiesta».

 

Portaada del libro, obra de Juan Valdés.

El propio García de León y Lénica Reyes, ambos investigadores mexicanos, son los máximos defendores del origen americano del género. No obstante, aún no han aportado datos definitivos al respecto. Más importante que saber dónde nació con exactitud, que también lo es, por supuesto, es entender que se trataba de una comunidad cultural que se extendía a ambos lados del Atlántico y que el éxito del nuevo género fue fulminante, no sólo en España y en la América hispana, también en Portugal y Brasil.

En esta obra se señala que el primer fandango es puramente instrumental, con una intención bailable, y que más tarde surgiría una versión cantable del fandango. Por mi parte, creo que quizá el fandango se tocó y se bailó al mismo tiempo que se cantó para bailar. Quizá, aunque quizá no siempre fuera así. En 1723, por ejemplo, encontramos un fandango cantado, sin baile, con la letra Asómate a la ventana en el entremés El novio de la aldaeana que, probablemente, es de una fecha anterior a la señalada. Así que me parece que la lírica del fandango surge al mismo tiempo que su música y su baile.

Luis Soler Guevara nos conduce de la mano por la maraña de las distintas varianes que existen del fandango onubense, un capítulo que se completa a las mil maravillas con los análisis musicales que ofrece el maestro Faustino Núñez que es, al mismo tiempo, una guía discográfica ya se indica la grabación que sirve de base a cada trascripción. Arrojar luz en la amplísima discográfica del género es la labor que emprende Miguel Ángel Fernández Borrero en su capítulo, haciendo una historia del fandango de Huelva a través de la historia de sus grabaciones. Un capítulo que en el que se lleva a cabo un minucioso análisis de más de un millar de grabaciones a lo largo de más de un siglo de historia del fandango grabado arrojando luz sobre discos claves y también sobre otros más olvidados.

Fernández ofrece también un diccionario de los distintos artistas que han tenido un papel relevante en el fandango onubense que, aunque presenta mayoría de artistas locales, incluye también a foráneos que se han significado en el género. El mismo Fernández señala que Niño de Marchena, Manuel Vallejo, José Cepero o Canalejas de Puerto Real dejaron un sello indeleble en este cante. Porque el fandango de Huelva es universal, ya lo saben.

Miguel Ángel Fernández dedica un amplio espacio al cantaor Paco Toronjo (1928-1998) al que considera, con toda justicia en mi opinión, uno de los grandes creadores del fandango de Huelva al que llevo a cotas inimaginadas antes de él.Juan Valdés ha realizado una ilustración para la portada en la que recoge el carácter social de este cante del que Huelva ha hecho bandera y al que estará siempre asociado. Huelva, tierra de fandangos, alcanza casi 800 páginas, sin duda la gran enciclopedia sobre el fandango que todos los aficionados estábamos esperando.

 

La ficha

‘Huelva, tierra de fandangos’ Luis Soler Guevara (dir.). Fundación Cajasol, 730 pp.

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