
Son más de 90 minutos de baile sin apenas interrupciones. El bailaor abandona en una sola ocasión la escena, para calzarse las botas blancas diseñadas por Vicente Escudero. Se ha confabulado con el guitarrista para colarse en el vestuario de Angus Young y luego repartirse el botín. Es la segunda vez, en una semana, que veo a un bailaor en el escenario con medias y las piernas desnudas: ¿imitación?¿copia?¿casualidad? No es que me aburriera pero la historia sería la misma con una duración algo más corta. Hay tres intérpretes en la escena. Baile, cante y guitarra. Se canta y se toca flamenco clásico, actualizado, y eso es lo que se baila. Soleares, seguiriyas, malagueñas, fandangos, alegrías, taranto, bulerías, tangos, tientos, pasodoble, etc. Con los pasos característicos de Israel Galván, los que ha acuñado a lo largo de los años. Galván es un clásico del flamenco. A diferencia de sus dos compañeros de escena, en la guitarra de Rafael Rodríguez jamás asoma la ironía, el distanciamiento. Se trata de una guitarra lírica, sentimental, directa. Que tiene ocasiones para su lucimiento. Cada uno de los intérpretes tiene su ocasión para el lucimiento personal. Los otros le sirven, a veces. Y otras veces están solos en la escena. El reto mayor lo asume María Marín ya que en esa silla se han sentado Miguel Poveda, Arcángel, David Lagos o Fernando Terremoto. Un aire femenino que le sienta muy bien al espectáculo. Es una cantaora singular, muy personal. Es fresca y al mismo tiempo rígida. Lo es en esta obra, en la que a veces parece encorsetada por el guion. Su voz es clara, luminosa. Y estática.
La obra se estrenó hace 20 años y Galván la actualiza en esta propuesta, siguiendo un mismo, o parecido, guion musical y añadiendo humor e ironía en algunos pasajes. Pero no es una comedia, afortunadamente, como las que últimamente nos ha ofrecido. Las notas de humor contribuyen a relajar el ambiente pero no son las protagonistas del espectáculo. Una obra muy influyente porque abrió otras posibilidades a los flamencos más allá de la rígida puesta en escena dividida en estilos separados por la pausa correspondiente. Aquí se mezclan los palos sin solución de continuidad. Y eso, como digo, en su momento fue una revolución que hoy se vive con naturalidad incluso entre los intérpretes más tradicionales. El teatro estaba abarrotado de fieles que viven cada propuesta de Galván como una ceremonia sagrada.
‘La edad de oro’. Andalucía-Flamenco. Israel Galván. Baile: Israel Galván. Cante: María Marín. Guitarra: Rafel Rodríguez. Lugar: Teatro Central. Fecha: Viernes, 21 de noviembre. Aforo: Lleno.