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Los cafés cantantes de Sevilla

 

En la obra del escritor José Muñoz San Román resucita con total fidelidad el mundo de los Cafés Cantantes sevillanos de principios de siglo XX.

El último número de la revista Candil que publica la Peña Flamenca de Jaén nos ofrece un artículo firmado por Eugenio Cobo Guzmán sobre el flamenco en la obra del escritor sevillano José Muñoz San Román. En los textos de Muñoz San Román encontramos un retrato literario muy fiel a la realidad histórica, por lo que, de la mano de este autor, podemos recorrer el mundo de los Cafés Cantantes sevillanos de principios de siglo XX. La obra de José Muñoz San Román (Camas, 1876-Sevilla, 1954) es un fiel reflejo del flamenco de su época. Por ella desfilan intérpretes tan notables como Pastora Imperio, Amalia Molina o la Niña de los Peines, y locales tan reputados como el Café Novedades o El Imperial. Y ello, tanto en su obra en prosa como en verso, tanto en sus trabajos periodísticos como líricos o de ficción. Del repertorio de baile de la época, aparece mencionado el tango (La sequía, 1908), la seguidilla, que es la seguidilla sevillana, bailada por “una moza de rumbo” gitana y cantada por “una flamenca” (Del solar sevillano 1911); el estilo vuelve a aparecer en 1921 en la obra El encanto de Sevilla calificado como “alegre seguidilla” junto a la “triste soleá”. Esta obra incluye una larga entrevista con el Maestro Otero en la que el bailaor habla de su “cuadro flamenco”. Habla Otero de los bailes y bailaoras de Sevilla, y también de los de Granada, donde dice que maestros como Vázquez tienen que cerrar sus negocios porque todo se lo lleva “Maya”, es decir, la zambra de los Amaya. En esta misma obra hay una descripción muy detallada, con el título de “Pastora ha vuelto”, de una actuación de Pastora Imperio en El Imperial. En 1923, en Es una novia Sevilla, hace una pequeña historia, bastante fiel a la realidad, de los Cafés Cantantes sevillanos para centrarse luego en la historia del Novedades, que había caído víctima de la piqueta unos meses antes de publicarse el libro. Así, hace un repaso, no solo de las bailaoras notables de la Sevilla de los Cafés Cantantes, también de los cantaores y tocaores, desde Silverio al Maestro Pérez. En 1931 publicó en Mundo Gráfico un artículo titulado “Las flamencas con traje de varón” donde hace un curioso repaso de las bailaoras que subieron a los escenarios de todo el mundo con el traje, y repertorio, masculino, empezando por La Cuenca y siguiendo por La Juanaca o La Robles. En esta obra nos ofrece información sobre cuál era el repertorio de bailes de los Cafés Cantantes: “zapateado, el vito, los panaderos flamencos y tangos de chufla”.

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