Gades, como su maestra Pilar López, como Antonio Ruiz Soler, era consciente que con la etiqueta de bailarín podía conseguir espacios escénicos de más privilegio que con la de bailaor, al menos dentro de España. Antonio Ruiz Soler era el bailarín en España, mientras que en EEUU había sido “spanish gipsy dancer”, esto es, bailarín gitano español. Eso, en el caso de Gades, era así en los años 50 y 60. Pero, ¿sigue siendo así hoy? Por otra parte, el hecho de no ser andaluz ni gitano podría suponerle ciertas dificultades en los circuitos de flamenco tradicional de ese momento. Pero ¿sigue siendo así hoy? El caso es que el flamenco, quizá desde sus inicios, y con la excepción de algunas décadas al principio del siglo XX, hubo de habérselas siempre con este doble racismo. Fíjense lo que pasó hace un lustro con el caso Rosalía: cantaba flamenco y no era andaluza, ni gitana. Pues bien, ya no canta flamenco, más allá de los ámbitos íntimos, sino reguetón, donde no le piden antecedentes ni pedrigrí ni análisis de sangre. O con el caso Junko Hagiwara: ¡una japonesa triunfando en el concurso más prestigioso del panorama jondo, el de las Minas! Esta ha sido la mejor noticia flamenca de este año. Una bailaora magnífica, con una trayectoria impoluta, que viene entregando su vida al flamenco desde hace décadas y que sigue divulgando nuestro arte, que es el suyo, en su país de origen que es, como saben, un territorio flamenco más. Ojalá que pronto la veamos bailar en el Lope de Vega de Sevilla. Nos lo merecemos.
Antonio Gades es el nombre artístico que la maestra Pilar López le dio Antonio Esteve Ródenas (Elda, Alicante, 1936 – Madrid, 2004), cuando ingresó en su compañía. En 1961 Abandona la compañía e inicia su carrera en solitario en donde combina su intervenciones en cine, español (Los tarantos Rovira-Beleta, 1963, Con el viento solano Mario Camus, 1966, Último encuentro Antonio Eceiza, 1967, El amor brujo Rovira-Beleta, 1967) y de Hollywood (The pleasure seekers 1964, de Jean Negulescu, rodada en España e Italia, titulada en España En busca del amor, con Emilio de Diego y Ann-Margret), con sus propios espectáculos con los que recorre todo el mundo.
En 1962 baila el papel del espectro en El amor brujo que se estrenará en la Teatro alla Scala de Milán, junto a Elettra Morini. En 1964 presenta su propia compañía en El Corral de la Morería. En 1965 estrena Don Juan, primera coreografía dramática, con la colaboración de Granero en la coreografía y la inclusión de bailarines de otras disciplinas. Con música de Antón García Abril, se estrenó en el Teatro de la Zarzuela. El libreto es de Alfredo Mañas y los decorados de Viola. Incluye poemas de Neruda, Alberti y Machado y del poeta persa Omar Kayyam.
En 1970 estrena El amor brujo y en 1974 Bodas de Sangre, que 1981 se convertiría en un film dirigido por Carlos Saura. La música es del guitarrista Emilio de Diego y el libreto de Alfredo Mañas, sobre la obra homónima de Lorca. Los decorados de Francisco Nieva. En 1975 disuelve su compañía como protesta por los últimos fusilamientos del franquismo dedicándose al cine (Los días del pasado, 1977) y a una larga estancia con el Ballet Nacional de Cuba. En 1978 es nombrado director del Ballet Nacional, para ser cesado en 1980. En1983 rueda Carmen, que más tarde se convierte en un ballet, y en 1985 una nueva versión de El amor brujo, ambas con Saura. En 1989 se estrena en el Théatre du Chatelet de París la versión teatral de este último film con el nombre de Fuego. En 1994 estrena Fuenteovejuna.