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Los años arrebatados

Ha muerto María Jiménez (Sevilla, 3 de febrero de 1950-7 de septiembre de 2023). Las listas de reproducción de sus canciones se siguen sucediendo a buen ritmo, lo que da fe del impacto que tuvo en una o varias generaciones de aficionados. No fue la primera que cantó boleros y canción de autor sudamericana a ritmo de bulerías y rumbas, pero sí es cierto que llevó el género más lejos que ningún otro. Sobre todo en el campo del erotismo, justo cuando el flamenco, como el resto de la canción hispana, podía hablar sin tapujos de este y otros temas: títulos como Háblame en la cama, En la oscuridad o Me muero, me muero son testigos de su tiempo. Lo que destacó en su estilo fue siempre la energía, el coraje, la entrega que confería a cada uno de sus interpretaciones, fuera en disco o en el directo, aspecto este en el que sumaba a su calidad interpretativa una puesta en escena que explotaba su físico arrollador.  Eclosionó, como tantas cosas en lo jondo, en el año fundacional de 1975, con nuevos aires para el género, aunque ya había dado muestras de su estilo festero en tablaos y festivales. Gonzalo García-Pelayo, figura fundamental de la música andaluza del momento, desde el rock andaluz al flamenco nuevo, fue el productor de su vida. Aunque su estreno discográfico vino de la mano de José Manuel Caballero Bonald en un single compuesto por Paco Cepero. El tocaor jerezano, junto a Enrique de Melchor, puso las guitarras en su primera época, aportando también composiciones propias, como hacía por aquellos días con figuras tan dispares como Rocío Jurado o El Lebrijano. Por su parte, el autor de Ágata ojo de gato era en 1975, año en el que se editó el primer disco de María Jiménez, el responsable de flamenco de la discográfica Ariola. De Ariola pasó a Movieplay y de Caballero Bonald a García-Pelayo. El cambio supuso también un nuevo nombre artístico, pues de María la Pipa pasó a utilizar su apellido de nacimiento, Jiménez, entonces de moda gracias a la serie televisa Curro Jiménez, y  así se llamó su primer disco de larga duración, de 1976: María Jiménez. El álbum contenía joyas como Con golpes de pecho, de José Alfredo Jiménez, Me muero, me muero, de Lolita de la Colina y Canción de amor nº2, de Amancio Prada, con brillantes arreglos, muy rítmicos, de Paco Cepero y algunas pinceladas de Carlos Cárcamo, del grupo Granada, a los teclados. La fórmula tuvo tanto éxito que se explotó en las entregas siguientes, subrayando cada vez más, como decía más arriba, desde la portada y los textos, el contenido erótico, en álbumes como Se acabó (1978), Resurrección de la alegría (1979) y Sensación (1980). Seguir viviendo (1986) es el primer monográfico sobre la obra de José Alfredo Jiménez y el primero que se publicó sin apoyarse en la imagen de la intérprete en la portada, aunque se reeditó luego con una carátula diferente, esta vez sí, con una imagen de la fotogénica cantaora. Sus discos se fueron espaciando en los ochenta y noventa hasta su resurrección musical en 2002 con Donde más duele: canta por Sabina en el que dio nueva vida a las composiciones del autor ubetense. Fue su reencuentro con García-Pelayo y volvió a reportarle la popularidad musical, propiciando un renacimiento discográfico que dio lugar a cuatro álbumes incluyendo un segundo monográfico sobre José Alfredo Jiménez de 2005. Sobre la enorme musicalidad, sentido del ritmo, afinación y colorido vocal de esta sevillana, destaca la pasión con la que dice la letra, dejándose la piel en cada giro, sin prestar demasiada atención a los aspectos técnicos del cante, sacando adelante los temas a fuerza de garra y corazón. Y, como digo, sin fallar una nota. Hubo un tiempo en que la canción  aflamencada era pura pasión. Eran los años arrebatados, finales de los años 70 y principios de los 80, en que las emisoras de radio comerciales estaban dominadas por esta intérprete.

Imagen: La cantante en una imagen promocional de los años 80.

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