¡Conozca la 'Historia del Flamenco'!

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El creador de la flamencología

El artículo que firma Ramón Porras en el último número de la revista Candil es muy interesante por quién es su autor y por la circunstancia de reproducir dos cartas inéditas de Fernando Quiñones a Anselmo González Climent.

En él nos aclara Porras el motivo por el que el escritor argentino fuera «excluido (…) del universo y del debate flamenco» en un determinado momento de la historia de lo jondo.

Fue a raíz de la publicación de la Antología de poesía flamenca que editó González Climent en 1961. Según Baldomero Pardo, autor de una biografía novelada de González Climent, Ricardo Molina y González Climent mantuvieron diferencias notables en su apreciación del arte flamenco (y llegan a interrumpir su correspondencia) «por la conversión del primero al gitanismo». Hasta 1962 González Climent fue miembro del jurado del Concurso Nacional de Córdoba.

En la edición de ese año el Concurso coronó a Antonio Mairena. Pero González Climent, miembro del jurado, anotó en su cuaderno privado, que no se publicó sino hasta después de su muerte (precisamente en las páginas de la revista Candil), su descuerdo con esta decisión. A pesar de ello, Ricardo Molina logró que el premio, la Llave de Oro del Cante, que era competitivo, se otorgara por “unanimidad” del jurado.

A partir de 1965 cesa la correspondencia entre González Climent y Ricardo Molina. Una relación que se había iniciado en 1956. La causa de este alejamiento, según Ramón Porras nos señala en este artículo, fue un poema propio que había incluido González Climent en su Antología y que rezaba: «Antonio Mairena, nieve en Sevilla».

González Climent, el creador del término Flamencología no volvió a España, sino en una ocasión, en un viaje breve, pero siguió escribiendo desde Mar del Plata sobre lo jondo que amaba y nos ofreció, en fechas posteriores, obras maestras como su monografía sobre Pepe Marchena o su trabajo «Para una historiografía flamenca», ambos incluidos en un mismo volumen, publicado en Madrid en 1975, de referencia obligada para cualquier estudioso.

Fue sin duda el deslumbramiento que sintió Ricardo Molina por la figura, el arte y la persona de Antonio Mairena, y por el concepto excluyente desde el punto de vista racial de lo jondo que tenía el magno cantaor de los Alcores, y que se reflejó en Mundo y formas del cante flamenco (1963), obra que firmó el poeta cordobés con el cantaor, lo que separó a los dos flamencólogos.

Anselmo González Climent nació en Buenos Aires en 1927, hijo de emigrantes españoles: su padre era linense y su madre malagueña. En su infancia pasó seis años, antes del inicio de la guerra civil, en la provincia de Cádiz, en concreto en el pueblo de San Roque. De ahí la dedicatoria de su libro Flamencología (1955) «A mi blanco San Roque».

Este libro ha sido uno de los más influyentes de la historia de la reflexión jonda, aunque hoy apenas se encuentren referencias al mismo. Y, cuando se encuentran, no son precisamente laudatorias. Pero, como señaló el propio Ricardo Molina en 1964, un año antes de su ruptura, este libro estuvo detrás de todo el movimiento rehabilitador que se dio en los años 50 y 60 en torno al flamenco. Es decir, la eclosión del ensayismo jondo en las plumas de Ricardo Molina, Antonio Mairena, Fernando Quiñones, Caballero Bonald, etc.  También el movimiento didáctico de las antologías fue fruto de este impulso. Y de los concursos y festivales. González Climent fue el ideólogo del Concurso de Córdoba y, como hemos dicho, alma mater y jurado del mismo desde su creación en 1956 hasta 1962. Pero, no sólo eso.

Además, correspondió siempre la cortesía de los concursos de Córdoba con una publicación, fuera Cante en Córdoba (1957) u ¡Oído al cante! (1960). Publicó además Andalucía en los toros, el cante y la danza (1953), Andalucía en los Quintero (1956), Bulerías. Un ensayo jerezano (1961) y una Bibliografía flamenca (1965) en dos tomos, el segundo escrito junto a José Blas Vega.

Eso en lo que a temática flamenca se refiere. Porque en su país, además de dar clases de literatura española en la Universidad de Buenos Aires, y escribir en periódicos, publicó tratados sobre los más diversos temas, incluyendo una monumental Historia de la marina mercante argentina.

Siendo presidente honorario a perpetuidad de la Cátedra de Flamencología de Jerez y titular de un premio de ensayo flamenco que se concedió hasta el año 1999, su precariedad económica le llevó a participar como concursante, tres días antes de morir, en un Concurso de Ensayo Flamenco que convocó la desaparecida Fundación Andaluza de Flamenco en 1988.

Murió ese mismo año en Mar del Plata (Argentina). Desde 1962 tan solo había vuelto a España en una ocasión. Fue en 1974, para gestionar la publicación de su último libro flamenco Pepe Marchena y la ópera flamenca y otros ensayos que vería la luz al año siguiente en la editorial Demófilo.

La revista Candil, que acoge ahora estás cartas que envió Fernando Quiñones al inventor del término flamencología, publicó algunos de sus inéditos jondos en la década siguiente.

De Flamencología dijo Ricardo Molina en 1964 que es «uno de los mejores libros que se hayan escrito jamás sobre el carácter de Andalucía y la concepción Andaluza del mundo, de la vida y del hombre».

Porque Flamencología, a pesar de tratarse de una obra juvenil e incluir opiniones que luego matizaría su autor, es el primer intento de estética flamenca de la historia. Y también de filosofía jonda: recordemos su intento de clasificar los estilos flamencos utilizando la teoría de las «situaciones límite» de Karl Jaspers.

Por supuesto, el título de este libro se adoptó más tarde para denominar cualquier tipo de reflexión en torno al flamenco. Aunque hoy el término está desacreditado en los ámbitos académicos en España, y en los demás campos también.  No así lejos de nuestras fronteras, donde goza de buena salud.

Ramón Porras González (Jaén,1942), por su parte, es abogado y crítico flamenco. Dirigió la revista Candil, veterana entre las activas de su especialidad en este momento, donde ha publicado muchos de sus trabajos, incluyendo esta última aproximación a la figura de González Climent.

‘Candil’ Revista de la Peña Flamenca de Jaén. Dir. Alfonso Ibáñez Sánchez. Peña Flamenca de Jaén, 60 pp.

Imagen: Pepe Marchena, cuya figura analiza González Climent, en la cubierta de su disco ‘Memorias antológicas del cante flamenco’ (1963).

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