Un artista de inspiración
Me gustó mucho la malagueña. Es el primer cante con el que me he emocionado en este festival. A partir de ese momento El Pele se encontró a gusto. Lástima que fuera en la recta final del recital. Antes, se mostró inquieto y abandonó en un par de ocasiones la escena. En la malagueña pudimos apreciar todos los matices que atesora su garganta. También la variedad emocional que confiere a su cante. Incluso la inteligencia con la que compuso este tema, porque, como decía Stravinsky, el flamenco es un arte de composición, esto es, de disponer los diferentes fragmentos que forman un cante de la manera más adecuada, en un crescendo musical y emocional que tuvo su clímax en los abandolaos finales. Primero la granaína, la segunda de la noche por cierto, como preludio al cante del Mellizo. Pero ¡qué granaína! Hay preludios que son un mundo, y este lo fue. La costumbre de introducir los cantes del Mellizo por granaínas la adoptó el gran Aurelio Sellés y desde entonces es norma. Ahí degustamos los graves deliciosos, íntimos, delicados, llenos de ternura y también de rotundidad, de colores tostados y de barroquismo, del cantaor. Ahí conectamos con la letra. Luego, ya está dicho, los cantes del Mellizo que son, probablemente, las malagueñas que requieren de una mayor entrega emocional. Para combinarla con un cante de La Trini, una filigrana melódica, que desemboca, ya lo adelantamos, en una serie de fandangos a ritmo que El Pele enlaza de manera novedosa y magistral recortando el final para conducirnos a una coda triunfal. Lo mejor de la noche y, como digo, de lo que llevamos de festival, en lo que se refiere a cante. También las alegrías brillaron a gran altura. El Pele ha patentado una forma propia de cantiñas que se alimenta de las riquísimas e ingeniosas letras de Isidro Muñoz, que también aporta nuevas y grandes melodías, y de las composiciones, música y letra asimismo, de Vicente Amigo. De esta manera, El Pele es un referente contemporáneo de las cantiñas como volvió a demostrar en este recital. Por soleá ha acuñado una forma propia que ya cuenta con seguidores. En esta ocasión hizo dos partes muy diferentes por soleá, la primera estrictamente clásica, la segunda con sus aportes personales. En la seguiriya también estuvo entregado, como en la taranta o en la vidalita a ritmo de bulerías. Pero, como decíamos al principio, en esta fase del recital el cantaor se mostró algo inquieto recurriendo una y otra vez a sus brillantes agudos. Tampoco el sonido acompañó, por cierto.
El Pele se presentó en Sevilla con tres guitarras jóvenes que representan la realidad actual del toque en cada uno de sus lugares de origen que son otras tantas escuelas de toque. Así Niño Seve, paisano del Pele, brilló especialmente en ese estilo florido y al mismo tiempo austero que identifica a Córdoba en la guitarra en las mencionadas malagueñas. Diego del Morao recurrió a sus referentes familiares para hacer un acompañamiento ejemplar, y personal, por seguiriyas, tientos y tangos. Y Dani de Morón puso la inventiva, pero también la tierra en su manera de entender el legado de Diego del Gastor, especialmente en el acompañamiento de la soleá. Diego del Morao ofreció además un conato de solo que apenas duró dos minutos pero que recibimos con fruición. El Pele es un cantaor de inspiración, necesario, porque gracias a él sabemos que el flamenco es un arte vivo. Se trata de uno de los grandes cantaores de hoy, de las últimas décadas, y que se encuentra en un estupendo estado de forma.
La ficha
‘A sangre’. XXI Bienal de Flamenco. Cante: Manuel Moreno ‘El Pele’. Guitarra: Dani de Morón, Niño Seve, Diego del Morao. Palmas: Torombo, Bobote, José Moreno. Percusión: El Güito. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Martes, 15 de septiembre. Aforo: Lleno.
Imagen: Bienal de Flamenco/Claudia Ruiz Caro.